Martes con mi viejo profesor es una historia real en la que el autor desgrana sus conversaciones con un antiguo profesor suyo en la universidad. Martes tras martes, profesor y alumno —cada uno en dos situaciones vitales muy distintas, al menos en apariencia— van desgranando los temas esenciales de la vida en unas clases magistrales, aunque no académicas, llenas de sabiduría y sentido para cualquiera que se haga las grandes preguntas del ser humano.
En 1993, Martes con mi viejo profesor fue llevada al cine por el director Mick Jackson, con Hank Azaria y Jack Lemmon como protagonistas. La película recibió varios premios.
En 1993, Martes con mi viejo profesor fue llevada al cine por el director Mick Jackson, con Hank Azaria y Jack Lemmon como protagonistas. La película recibió varios premios.
No soy de leer este tipo de libros, algo así como autoayuda, inspiracionales, filosóficos, etc. pero sin embargo este autor tiene un carisma para engancharte en la historia que hace que no puedas dejar de leerlo. Es el segundo libro que leo de Mitch Albom (el primero fue llamadas desde el teléfono del cielo, que aunque era una especie de novela tenía muchas cosas que te hacían pensar) y probablemente no sea el último. Con una narración fluida, llena de anécdotas divertidas y otras tristes, leemos los encuentros entre el autor y su antiguo profesor de la universidad, el señor Morrie Schwartz. Con cada reunión del día martes hacemos un recorrido por temas fundamentales de la existencia, los amigos, la familia, los sentimientos, entre muchos otros pero al mismo tiempo vamos siendo testigos de como la ELA va consumiendo a Morrie. Ya hacía al final del libro las lágrimas son imposibles de contener, aunque no llegué a conocer a Morrie en persona, le tomé gran cariño a través de las páginas de este libro y estoy segura que cualquiera que lo lea le pasará lo mismo. Quizás lo más importante del libro es que te lleva a pensar en las cosas que consideramos tan .. normales, tan cotidianas y nos perdemos en un mundo no solo de globalización sino también en un frenesí diario que nos hace olvidar lo más importante ¿Por qué hacemos lo que hacemos?
—Morirse no es más que una de las cosas que nos entristecen, Mitch —dijo Morrie de pronto—. Vivir infelices es otra cosa. Muchos de los que vienen a visitarme son infelices.
»La verdad es que la gente de hoy no tiene cimientos, no tiene una base segura, si no es la familia. Me ha quedado muy claro desde que estoy enfermo. Si no tienes el apoyo, el amor, el cariño y la dedicación que te ofrece una familia, no tienes gran cosa. El amor tiene una importancia suprema.
Pero cuando miraba a Morrie me preguntaba si, estando en su lugar, a punto de morir, y si no tuviera familia, ni hijos, ¿no sería insoportable el vacío? Él había criado a sus dos hijos enseñándolos a amar y a querer, y, como el propio Morrie, ellos no sentían timidez a la hora de expresar su afecto. Si él lo hubiera deseado, ellos habrían dejado todo lo que tuvieran entre manos para pasar junto a su padre cada minuto de sus últimos meses. Pero él no quería aquello.
—No interrumpáis vuestras vidas —les dijo—. De lo contrario, esta enfermedad nos habrá estropeado la vida a los tres en vez de a uno.
De este modo, aun muriéndose, manifestaba su respeto por los mundos de sus hijos.
si has encontrado un sentido en tu vida, no quieres volverte atrás. Quieres seguir adelante. Quieres ver más, hacer más. No quieres esperar a tener sesenta y cinco años
Estas son algunas de las frases que más me gustaron y que te hacen un poco reflexionar sobre la vida diaria, sobre la vida con la familia y con las personas que nos rodean. Es un libro que no puedo dejar de recomendar, eso sí preparen el pañuelo porque como dije antes, hacía el final del libro es imposible que las lágrimas no se escapen.
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