jueves, 29 de octubre de 2015

Lectura actual: Los caminos del miedo de Joan Manuel Gisbert.

Continuando con este libro ( Entrada anterior), terminé el segundo cuento llamado Los mensajeros de la muerte, el personaje principal llamado Julien de la Marne se ve envuelto en una difícil situación, suceso tras suceso todo apunta a la fatalidad. Una historia que nos hace pensar sobre el poder de nuestras creencias, no solo de la fe sino también de las supersticiones. ¿Hasta qué punto lo que creemos nos afecta en realidad? ¿Qué tan fuerte es la fe?


Pregunta para los lectores: ¿Se han dejado llevar alguna vez por alguna creencia? Existen muchas supersticiones que hoy en día siguen vigentes y muchos no las cuestionamos, por ejemplo, pasar por debajo de una escalera. Las supersticiones que más recuerdo estaban relacionadas con mis abuelas, hay una anécdota relacionada con mi abuela paterna que me viene a la cabeza en este momento. En mi infancia, los fines de semana, iba con mi padre a la casa de mis abuelos a pasar la mañana (mi madre no se llevaba con mi abuela, así que ella se iba a la casa de su madre y yo a la tarde la pasaba con la familia materna). Un día, no recuerdo si era sábado o domingo, estaba con mi abuela ambas sentadas a la mesa del living, una gran mesa de madera. La peculiaridad de la situación era que no sé porque capricho o que me había llevado a sentarme así, estaba en uno de los vértices de la mesa, con una pierna a cada lado de una de las patas. Mi abuela me reprendió, diciendo que no había que sentarse así porque eso ocasionaba mal carácter y que las personas sentadas a la mesa terminaran discutiendo. Tuvo razón. Pero solo por el hecho de que yo, con mis 8 o 9 años, a pesar de mi corta edad, era demasiado racional, con un espíritu científico y analítico que marco siempre mi vida.  Me empecine que creer eso era una tontería, mi abuela que seguía insistiendo que tenía que moverme, y medio que discutimos, hasta que entró mi padre con sus miradas glaciales y tuve que cambiar de posición. También recuerdo lo de derramar vino, la sal, romper espejos y tantas otras cosas que mi abuela creía y que hacía el contra maleficio, como tirarse la sal por arriba del hombro o hacerse la señal de la cruz con el vino derramado y tantas otras más.

Espero que comenten si les ha pasado algo así.

Saludos.
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